lunes, 27 de octubre de 2014

El futuro del Rastrillo en buenas manos


Con salero y mucha simpatía, la nueva generación de voluntarios del Rastrillo Aragón se entrega a la labor solidaria en los distintos puntos de venta y animan a todos los jóvenes a descubrir como siendo solidario se gana en valores y también en experiencia.

Los podemos encontrar por todos los rincones de la Multiusos. Son como pequeños duendecillos que tienen cautivados a los voluntarios más veteranos y que garantizan el futuro de este evento solidario.

Los hay que siguen la tradición familiar, como Carlota y Ana de 18 y 19 años, que conocen el Rastrillo desde que eran pequeñas. En el stand de Navidad, con su buen gusto, nos ayudan a encontrar los objetos más bonitos para las fiestas. Se lo pasan genial vendiendo durante el fin de semana y, además, nos dicen que les resulta reconfortante. Tanto que mandan whasap a sus amigos para que se acerquen hasta allí y animan a todos los jóvenes a participar porque según sus propias palabras "una semana al año no cuesta nada y, al final, recibes más de lo que das"
Sonrisas a raudales con Carlota y Ana

También Teresa, de 13 años, en el stand de Papelería, ha vivido el Rastrillo en casa ya que su abuela y su madre son voluntarias. Le encanta vender y, aún tan jovencita, es consciente que está colaborando para conseguir dinero para personas que lo necesitan.

Belén es también de las benjaminas. Con 12 años, y por tradición familiar, la encontramos en el stand de Muñecos. Con su carita de buena y su tímida sonrisa, nos cuenta que le gusta mucho ayudar porque es para una buena causa.

La dulce Teresa disfruta vendiendo

Belén, una muñeca más del stand.

Hacemos una pausa y nos acercamos hasta el bar. También allí se respira juventud. Arantxa y Silvia, de 21 años nos sirven con mucha gracia el café, mientras nos cuentan su historia en el Rastrillo. Arantxa lleva 2 años apuntada de voluntaria con su madre. Lo hace para ayudar a personas sin recursos. "Si se puede echar una mano ¿porqué no?"

Por su parte, Silvia, va al Rastrillo desde los 7 años, siguiendo la tradición de su madre que lleva 25.
Se siente muy bien y satisfecha haciendo voluntariado.

Ambas disfrutan colaborando "En el bar !nos lo pasamos bien! Es muy dinámico, divertido, y nos encanta el trato con la gente!"

También en el bar está el omnipresente Jorge, de 24 años. Le gusta ayudar allí donde hace falta.  Es lo que se dice "un chico para todo". Colabora con el Rastrillo desde hace años, y sin que nadie se lo pidiera, porque se siente bien ayudando a quienes más lo necesitan.

Arantxa y Silvia, dos camareras muy saladas.
A Jorge le gusta todo lo que hay en el Rastrillo

Otros jóvenes, como Alberto, de 19 años, son voluntarios del Rastrillo por iniciativa propia. Alberto es un chico al que le encanta leer y, como él mismo dice "estar entre papel y tinta le relaja". Por eso, su lugar ideal es el stand de Libros, con el que lleva 3 años colaborando y donde dice que se pueden encontrar libros descatalogados a muy buen precio.
Conoce el Rastrillo desde que era pequeño y, ahora, tiene muchos amigos allí. Valora la colaboración de todos los voluntarios y de la gran labor de Ozanam, más ahora que la sociedad vive momentos tan difíciles.
Alberto, el chico léctor y solidario

Juan y Lorena, de 23 y 19 años respectivamente, son hermanos y voluntarios en el Stand de Complementos porque su abuela es amiga de la encargada. Es su primera vez, pero no será la última porque, además de contribuir a una buena causa, consideran que también les sirve para su futuro profesional como una práctica para saber atender a los clientes y adquirir habilidades sociales.
Lorena está sorprendida por la cantidad de cosas que, en nuestra vida diaria podemos llegar a tirar y que, sin embargo, se pueden reciclar y volver a ser utilizadas.
Ambos animan a los jóvenes a participar en el Rastrillo ya que es una experiencia estupenda.
Los estilosos hermanos Juan y Lorena 
Y, como representación de los más pequeños que se animan a ponerse el delantal (que también los hay), visitamos el stand del Baratillo y conocemos a otra pareja de hermanos: Sonia de 10 años y Jorge de 7. ¿Quien se puede resistir a los encantos de estos mini voluntarios?
Sonia y Jorge se lo pasán a lo grande en el Rastrillo



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